miércoles, 11 de julio de 2012
¿Qué es la Saponificación?
Si hay un concepto inequívocamente ligado a la palabra jabón, es la llamada
saponificación. En términos muy sencillos, podríamos definir la saponificación
como el proceso que convierte "mágicamente" la grasa o el aceite, en
jabón limpiador. Esta transformación mágica no es otra cosa que una reacción
química muy común, y que consiste básicamente en:
ÁCIDOS GRASOS + SOLUCIÓN ALCALINA = JABÓN + GLICERINA
Así es como al mezclar los ácidos grasos (principales componentes de las
grasas animales y de los aceites vegetales) con una solución alcalina (hecha a
partir de una mezcla de agua y un álcali, como por ejemplo la sosa), se obtiene
el jabón (que será realmente suave, porque además el otro subproducto que se
obtiene de esta reacción es la glicerina).
El álcali es imprescindible
para que se produzca esa reacción, pero hay que tener en cuenta que por sí solo
es un elemento cáustico muy peligroso, cuyo manejo implica tomar una serie de
precauciones muy importantes para manipularlo con seguridad. Los álcalis más
utilizados en la fabricación del jabón son la sosa (hidróxido sódico, NaOH) y
la potasa (hidróxido potásico, KOH).
Por eso, es necesario tener mucha
experiencia y unos conocimientos muy amplios sobre los álcalis y sus reacciones
químicas, para proceder a realizar una saponificación que ofrezca totales
garantías de que el producto final obtenido no entrañe riesgo alguno para la
piel.
Esto no significa que la
saponificación sea un proceso terriblemente peligroso, sino más bien muy
delicado de realizar: Así, por ejemplo, si en la reacción anterior hay un
exceso de sosa, el producto resultante será una masa cáustica inservible;
mientras que si por el contrario, la cantidad de sosa es insuficiente, el
producto resultante será una mezcla grumosa de aceites, que en nada se parecerá
tampoco al jabón.
Es por eso que para realizar un
buen jabón, perfectamente saponificado, y con unas excelentes cualidades
limpiadoras y emolientes, aparte de una gran experiencia y conocimientos de la
saponificación, se necesita conocer también una serie de tablas con parámetros
y proporciones muy concretas de cada uno de los elementos que constituyen la
reacción, así como su correcta formulación. El conjunto de dichas tablas
imprescindibles para la elaborar cualquier tipo de jabón, es lo que se conoce
como tablas de saponificación.
Tablas de saponificación
Las Tablas de Saponificación, son tablas que recogen, como su nombre indica,
los índices de saponificación de cada tipo de grasa. En general, su aplicación
más extendida en el campo de la jabonería, es para conocer la cantidad exacta
de sosa, dependiendo del tipo de aceite que vayamos a utilizar, necesaria para
que el jabón resultante esté completamente saponificado. En química, se define
el índice de saponificación de una grasa, como el número que indica la cantidad
en miligramos de hidróxido potásico, necesaria para saponificar por completo un
gramo de esa grasa en concreto. Sin embargo, para elaborar el jabón
tradicional, el álcali más utilizado normalmente es la sosa (hidróxido sódico),
por lo que será necesario transformar el índice de saponificación de cada
grasa, en otro tipo de índice alternativo que esté expresado en peso de sosa.
Para ello, bastará con multiplicar el índice de saponificación de cada grasa
concreta por la masa molar de la sosa (hidróxido sódico) y dividir por la masa
molar del hidróxido potásico. La tabla que os mostraremos a continuación es la
más utilizada en jabonería y sus parámetros están basados en los valores medios
de los índices de saponificación reales de cada grasa, donde se han convertidos
algunos parámetros para evitar los cálculos.
Tabla básica de valores de saponificación
• 0,134g Aceite de oliva • 0,190g Aceite de coco
• 0,141g Aceite de palma • 0,134g Aceite de girasol
• 0,128g Aceite de ricino • 0,136g Aceite de almendras
• 0,133g Aceite de aguacate • 0,135g Aceite de soja
• 0,136g Aceite de maíz • 0,133g Aceite de sésamo
• 0,069g Aceite de joroba • 0,156g Aceite de palmiste
• 0,132g Aceite de germen de trigo • 0,069g Cera de abeja
• 0,137g Manteca de cacao • 0,128g Manteca de karité
Forma de Uso:
Para saber cuánta sosa se necesita para saponificar una cantidad de una
grasa concreta, sólo hay que multiplicar dicha cantidad por el valor
correspondiente que aparece en la tabla. Por ejemplo, para saponificar
totalmente 100 g de aceite de oliva (en la tabla su parámetro es de 0,134)
basta multiplicar 100 x 0,134 = 13,4 g de sosa necesitaremos. En el caso de que
vayamos a hacer un jabón con diferentes aceites, habría que buscar la cantidad
necesaria de sosa para cada tipo de aceite concreto, y luego sumarlas todas.
También por eso, en las recetas de jabón, si queremos sustituir un aceite por
otro, también habrá que ajustar la cantidad de sosa necesaria.
Medidas de seguridad a la hora de hacer jabon
Lo más importante a tener en cuenta es la peligrosidad de la sosa cáustica o
de la potasa cáustica. Ambos ingredientes son peligrosos y hay que mantenerlos
fuera del alcance de los niños y de los animales. Cuando se mezclan con el agua
se produce la lejía que al contacto con la piel puede producir quemaduras
químicas importantes y en los ojos ya ni te cuento. Siguiendo las simples
indicaciones que vienen a continuación el riesgo es mínimo pero aun así no me
hago responsable del mal uso que podáis dar a estas instrucciones.
Una vez que la lejía cáustica entra en contacto con las grasas se disocia el álcali y se asocia el sodio o el potasio produciéndose el jabón que ya no es un componente peligroso para la piel. El cálculo correcto de la lejía necesaria para saponificar las grasas también es un factor importante ya que un exceso de lejía supondría un residuo cáustico en el jabón resultante.
Debemos protegernos mientras manipulamos los álcalis con unas gafas para evitar salpicaduras en los ojos y con unos guantes para evitar el contacto con las manos. Es conveniente proteger la ropa con un delantal ya que las salpicaduras de la lejía cáustica la estropean. Es muy recomendable mezclar el agua con el álcali en un lugar a aire libre o en su defecto bajo una campana extractora. Una mascarilla también impedirá que respiremos los gases que emana el calor de la reacción.
En general si además llevamos ropas con mangas largas, pantalones largos y calzado cerrado limitaremos mucho la posibilidad de contacto de la lejía con la piel. Lo más peligroso de todo este asunto es cuando batimos la masa con la batidora. Es en ese momento cuando más fácil es que se produzcan salpicaduras y por eso ahí debemos extremar la precaución. Manteniendo bien sumergida la batidora antes de pulsar el botón reducimos el riesgo.
En caso de contacto con la lejía o con la masa del jabón sin saponificar hay que lavar con abundante agua varias veces. En caso de contacto con los ojos hay que lavar abundantemente durante unos minutos y acudir inmediatamente al médico.
La manipulación de lejías cáusticas no es un juego de niños. En caso de querer mostrarles como se hace el jabón, siempre debe de ser con la supervisión de un adulto responsable.
Todas estas advertencias son para mostrar el peligro real que entraña la lejía cáustica pero con un uso racional, cuidadoso y ordenado no tiene porqué entrañar verdadero riesgo.
Otro factor a tener en cuenta son los aceites esenciales. Algunos de ellos son bastante corrosivos. No tan peligrosos como los álcalis pero si lo suficiente como para tener que evitar el contacto directo con la piel y si se produjese ese contacto hay que lavar también abundantemente. Otro peligro que entrañan es el derrame. Ahí más que nada es el residuo oloroso que en algunos casos puede durar muchos días y, aun siendo de un buen olor, ser bastante desagradable.
También para casos especiales podemos usar disolventes como el alcohol o el propilenglicol u otros ingredientes en general, en cuyo caso hay que tener siempre en cuenta toda la información de seguridad que aportan tanto sobre su almacenaje como de su manipulación.
Si ya tienes puestas las gafas, los guantes, la mascarilla y el delantal ya puedes empezar a hacer jabón. Invierte en seguridad y ahorrarás disgustos.
Una vez que la lejía cáustica entra en contacto con las grasas se disocia el álcali y se asocia el sodio o el potasio produciéndose el jabón que ya no es un componente peligroso para la piel. El cálculo correcto de la lejía necesaria para saponificar las grasas también es un factor importante ya que un exceso de lejía supondría un residuo cáustico en el jabón resultante.
Debemos protegernos mientras manipulamos los álcalis con unas gafas para evitar salpicaduras en los ojos y con unos guantes para evitar el contacto con las manos. Es conveniente proteger la ropa con un delantal ya que las salpicaduras de la lejía cáustica la estropean. Es muy recomendable mezclar el agua con el álcali en un lugar a aire libre o en su defecto bajo una campana extractora. Una mascarilla también impedirá que respiremos los gases que emana el calor de la reacción.
En general si además llevamos ropas con mangas largas, pantalones largos y calzado cerrado limitaremos mucho la posibilidad de contacto de la lejía con la piel. Lo más peligroso de todo este asunto es cuando batimos la masa con la batidora. Es en ese momento cuando más fácil es que se produzcan salpicaduras y por eso ahí debemos extremar la precaución. Manteniendo bien sumergida la batidora antes de pulsar el botón reducimos el riesgo.
En caso de contacto con la lejía o con la masa del jabón sin saponificar hay que lavar con abundante agua varias veces. En caso de contacto con los ojos hay que lavar abundantemente durante unos minutos y acudir inmediatamente al médico.
La manipulación de lejías cáusticas no es un juego de niños. En caso de querer mostrarles como se hace el jabón, siempre debe de ser con la supervisión de un adulto responsable.
Todas estas advertencias son para mostrar el peligro real que entraña la lejía cáustica pero con un uso racional, cuidadoso y ordenado no tiene porqué entrañar verdadero riesgo.
Otro factor a tener en cuenta son los aceites esenciales. Algunos de ellos son bastante corrosivos. No tan peligrosos como los álcalis pero si lo suficiente como para tener que evitar el contacto directo con la piel y si se produjese ese contacto hay que lavar también abundantemente. Otro peligro que entrañan es el derrame. Ahí más que nada es el residuo oloroso que en algunos casos puede durar muchos días y, aun siendo de un buen olor, ser bastante desagradable.
También para casos especiales podemos usar disolventes como el alcohol o el propilenglicol u otros ingredientes en general, en cuyo caso hay que tener siempre en cuenta toda la información de seguridad que aportan tanto sobre su almacenaje como de su manipulación.
Si ya tienes puestas las gafas, los guantes, la mascarilla y el delantal ya puedes empezar a hacer jabón. Invierte en seguridad y ahorrarás disgustos.
En cuanto al color :

Colorante liquido Colorante en polvo
Pues que hay principalmente dos tipos: líquidos y en polvos. Y de estos últimos también hay dos tipos: hidrosolubles y liposolubles, lo que significa que se mezclan o bien en agua o en aceite.
Los que se mezclan en aceite se pueden agregar al jabón desde un principio, por que así con el movimiento y eso, se disuelven mejor. Los hidrosolubles hay que mezclarlos previamente con agua y se suelen añadir después de la traza. Si además queremos separar parte del jabón para colorearlo de otra manera, pues se lo añadimos una vez separado.
Los líquidos suelen utilizarse para los jabones de glicerina u otros cosméticos. Para los jabones en frío suelen ir mejor los que vienen en polvos.
Se identifican generalmente por el color index CI seguido de un número de 5 cifras o por su nombre. Por ejemplo el CI77007 es el azul ultramar (o ultramarino).
Se puede también utilizar como base para el color el colorante blanco conocido como dióxido de titanio. Suena a chunguísimo pero no es más que una piedra molida que se llama rutilo. En condiciones normales es completamente inocuo y tiñe bastante de blanco por lo que produce jabones más blancos. Pero además, como decía, puede servir de base para afianzar mejor otros colores, que además tomarán un tono más pastel.
Los colorantes, no obstante, deben de ser siempre de grado cosmético. De nada sirve gastar tiempo y dinero en hacer jabones si luego le vamos a poner cualquier ingrediente de origen y calidad dudosos.
Tanto los lipo como los hidrosolubles se pueden disolver en alcohol de 96º. Al principio la mezcla es estable pero al cabo de un rato el colorante se deposita en el fondo. Se agita un poco en el momento de su uso y está perfectamente utilizable. Así incluso se pueden mezclar para conseguir colores intermedios.
Otra fuente de posibles colores son las arcillas. Las hay verde, blanca, rosa, roja, azul y gris, que yo sepa. Aportan también dureza y producen una suave exfoliación.
Los aceites utilizados para la elaboración del jabón también pueden darle color, así el de cáñamo proporciona un verde intenso, el aceite de zanahorias, el de rosa mosqueta o el de germen de trigo proporcionan distintos grados de naranja, el de olivas desde amarillos a verdosos que al final quedan más o menos marfil, y el coco, palmaste, sebo, manteca y karité producen jabones muy blancos que pueden resultar idóneos para ser coloreados.
Los colores naturales de origen vegetal como la clorofila o algas (para el verde), la cúrcuma (amarillo), el pimentón (rojo anaranjado), etc, son menos estables en el jabón y con el tiempo acaban perdiéndose. El caramelo, cacao o el café (para los marrones) son más estables.
Si se utilizan óxidos o colores sintéticos. Es importante que sean resistentes al pH
En cuanto al olor :
La esencia de naranja . Es de las más baratas porque
cunde poco. Hay que echar gran cantidad para que se note bien y hay que fijarla
con otras esencias como el lemongrass, el pachuli o el sándalo si no queremos
que desvanezca enseguida como el resto de cítricos. Existen versiones
denominadas desterpenadas que procediendo de esencias naturales están
modificadas para hacerlas más potentes. No las he usado.
La naranja combina muy bien con casi todo, con aromas florales, frutales y aguas de colonia. También tiene un efecto relajante y se supone que reafirmante. Nota aromática alta.
La esencia de eucalipto es una esencia muy frecuente y barata también. Es un aroma balsámico y penetrante pero muy volátil por lo que también conviene fijarlo con otras esencias. Aunque a priori no lo parezca, combina bien con aromas dulzones como la vainilla, el almizcle y los frutales. También combina bien con la menta y el árbol del té. Tiene efecto antibacteriano e incluso antiparasitario. Nota aromática alta.
La esencia de romero es parecida a la lavanda pero más balsámica y resinosa, la complementa muy bien. Combina muy bien con otras plantas aromáticas y con las esencias mencionadas anteriormente. Tiene efecto tonificante y estimulante de la memoria. Nota aromática media-alta.
La esencia de mejorana es un aceite muy herbal pero también muy dulzón. Recuerda un poco al orégano pero es más floral. Combina muy bien con todas las aromáticas y proporciona un sutil y delicado toque de hierbas en composiciones más sofisticadas. Es un poco más cara que las anteriores. Me acabo de enterar de que se usa como antioxidante. Nota aromática media.
La esencia de canela se debe usar en poca cantidad por que puede ser incluso irritante de la piel (en estado puro). Casi todo el mundo sabe como huele pero es un aroma dulzón y un poco picante. Combina muy bien con los cítricos y proporciona un cuerpo sólido para una composición. Dicen que tiene propiedades afrodisiacas pero no tantas como una buena pareja. Es una nota aromática media-baja.
La esencia de sándalo aunque tiene olor, se supone que se anula cuando se mezcla con otros aceites esenciales pero proporciona durabilidad fijándolos. Combina por tanto con casi todos los aceite esenciales y tiene un cuerpo más bien masculino. Es tipo madera dulce y tiene propiedades humectantes y emocionalmente es relajante y mejora el humor. Además también está clasificado como afrodisíaco. Un chollo vamos. Nota aromática baja.
El pachuli es una esencia espesa reconcentrada que huele bien pero demasiado. Es muy empalagosa. Se usa en muy poca cantidad y como fijador principalmente. Combina con cítricos, flores y casi con cualquier tipo de esencia. Es bastante caro pero cunde una barbaridad. Tiene propiedades antisépticas, anti acné, fungicidas, antiinflamatorias, antidepresivas y anti estrés. Nota muy baja.
Por último la esencia de vetiver según la combinación, puede recordar al mar. Combina muy bien con los cítricos y con los florales, no tanto con los herbales. Proporciona serenidad y es un buen inductor para la meditación. Aunque no se parece en nada al olor, es parecido al pachuli, una nota muy baja.
La naranja combina muy bien con casi todo, con aromas florales, frutales y aguas de colonia. También tiene un efecto relajante y se supone que reafirmante. Nota aromática alta.
La esencia de eucalipto es una esencia muy frecuente y barata también. Es un aroma balsámico y penetrante pero muy volátil por lo que también conviene fijarlo con otras esencias. Aunque a priori no lo parezca, combina bien con aromas dulzones como la vainilla, el almizcle y los frutales. También combina bien con la menta y el árbol del té. Tiene efecto antibacteriano e incluso antiparasitario. Nota aromática alta.
La esencia de romero es parecida a la lavanda pero más balsámica y resinosa, la complementa muy bien. Combina muy bien con otras plantas aromáticas y con las esencias mencionadas anteriormente. Tiene efecto tonificante y estimulante de la memoria. Nota aromática media-alta.
La esencia de mejorana es un aceite muy herbal pero también muy dulzón. Recuerda un poco al orégano pero es más floral. Combina muy bien con todas las aromáticas y proporciona un sutil y delicado toque de hierbas en composiciones más sofisticadas. Es un poco más cara que las anteriores. Me acabo de enterar de que se usa como antioxidante. Nota aromática media.
La esencia de canela se debe usar en poca cantidad por que puede ser incluso irritante de la piel (en estado puro). Casi todo el mundo sabe como huele pero es un aroma dulzón y un poco picante. Combina muy bien con los cítricos y proporciona un cuerpo sólido para una composición. Dicen que tiene propiedades afrodisiacas pero no tantas como una buena pareja. Es una nota aromática media-baja.
La esencia de sándalo aunque tiene olor, se supone que se anula cuando se mezcla con otros aceites esenciales pero proporciona durabilidad fijándolos. Combina por tanto con casi todos los aceite esenciales y tiene un cuerpo más bien masculino. Es tipo madera dulce y tiene propiedades humectantes y emocionalmente es relajante y mejora el humor. Además también está clasificado como afrodisíaco. Un chollo vamos. Nota aromática baja.
El pachuli es una esencia espesa reconcentrada que huele bien pero demasiado. Es muy empalagosa. Se usa en muy poca cantidad y como fijador principalmente. Combina con cítricos, flores y casi con cualquier tipo de esencia. Es bastante caro pero cunde una barbaridad. Tiene propiedades antisépticas, anti acné, fungicidas, antiinflamatorias, antidepresivas y anti estrés. Nota muy baja.
Por último la esencia de vetiver según la combinación, puede recordar al mar. Combina muy bien con los cítricos y con los florales, no tanto con los herbales. Proporciona serenidad y es un buen inductor para la meditación. Aunque no se parece en nada al olor, es parecido al pachuli, una nota muy baja.
El jabon elegido :
Jabones de Glicerina Con formas de Corazón
Materiales:
Molde de corazón
Bloques de glicerina
Colorante líquido para comidas
Vaselina
Un envase apto para microondas (opcional)
Palo para mezclar
Palito de algodón
Paso a paso:
Para comenzar debe derretir la glicerina: corte un pedazo y colóquelo en un recipiente para microondas, o bien a baño maría en una ollita sobre el fuego, mezclando suavemente hasta que se derrita.
Luego agregue unas gotas de colorante líquido comestible en el recipiente y mezcle bien el color con la glicerina ya derretida. El colorante de comida es muy concentrado, así que use muy poquito y compruebe su intensidad.
Pruebe con dos o tres colores complementarios para hacer su proyecto decorativo. A continuación debe untar el interior del molde con vaselina, utilizando para ello un palito de algodón, y luego debe echarle glicerina, llenando cada sección casi hasta arriba. Deje enfriar durante dos horas a aproximadamente.
Retire los cubos de jabón y colóquelos en algún recipiente transparente o sobre una cesta de baño, para que formen parte de la decoración.
Si tiene letras de metal puede estamparlos con alguna palabra linda.
Materiales:
Molde de corazón
Bloques de glicerina
Colorante líquido para comidas
Vaselina
Un envase apto para microondas (opcional)
Palo para mezclar
Palito de algodón
Paso a paso:
Para comenzar debe derretir la glicerina: corte un pedazo y colóquelo en un recipiente para microondas, o bien a baño maría en una ollita sobre el fuego, mezclando suavemente hasta que se derrita.
Luego agregue unas gotas de colorante líquido comestible en el recipiente y mezcle bien el color con la glicerina ya derretida. El colorante de comida es muy concentrado, así que use muy poquito y compruebe su intensidad.
Pruebe con dos o tres colores complementarios para hacer su proyecto decorativo. A continuación debe untar el interior del molde con vaselina, utilizando para ello un palito de algodón, y luego debe echarle glicerina, llenando cada sección casi hasta arriba. Deje enfriar durante dos horas a aproximadamente.
Retire los cubos de jabón y colóquelos en algún recipiente transparente o sobre una cesta de baño, para que formen parte de la decoración.
Si tiene letras de metal puede estamparlos con alguna palabra linda.
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