Si hay un concepto inequívocamente ligado a la palabra jabón, es la llamada
saponificación. En términos muy sencillos, podríamos definir la saponificación
como el proceso que convierte "mágicamente" la grasa o el aceite, en
jabón limpiador. Esta transformación mágica no es otra cosa que una reacción
química muy común, y que consiste básicamente en:
ÁCIDOS GRASOS + SOLUCIÓN ALCALINA = JABÓN + GLICERINA
Así es como al mezclar los ácidos grasos (principales componentes de las
grasas animales y de los aceites vegetales) con una solución alcalina (hecha a
partir de una mezcla de agua y un álcali, como por ejemplo la sosa), se obtiene
el jabón (que será realmente suave, porque además el otro subproducto que se
obtiene de esta reacción es la glicerina).
El álcali es imprescindible
para que se produzca esa reacción, pero hay que tener en cuenta que por sí solo
es un elemento cáustico muy peligroso, cuyo manejo implica tomar una serie de
precauciones muy importantes para manipularlo con seguridad. Los álcalis más
utilizados en la fabricación del jabón son la sosa (hidróxido sódico, NaOH) y
la potasa (hidróxido potásico, KOH).
Por eso, es necesario tener mucha
experiencia y unos conocimientos muy amplios sobre los álcalis y sus reacciones
químicas, para proceder a realizar una saponificación que ofrezca totales
garantías de que el producto final obtenido no entrañe riesgo alguno para la
piel.
Esto no significa que la
saponificación sea un proceso terriblemente peligroso, sino más bien muy
delicado de realizar: Así, por ejemplo, si en la reacción anterior hay un
exceso de sosa, el producto resultante será una masa cáustica inservible;
mientras que si por el contrario, la cantidad de sosa es insuficiente, el
producto resultante será una mezcla grumosa de aceites, que en nada se parecerá
tampoco al jabón.
Es por eso que para realizar un
buen jabón, perfectamente saponificado, y con unas excelentes cualidades
limpiadoras y emolientes, aparte de una gran experiencia y conocimientos de la
saponificación, se necesita conocer también una serie de tablas con parámetros
y proporciones muy concretas de cada uno de los elementos que constituyen la
reacción, así como su correcta formulación. El conjunto de dichas tablas
imprescindibles para la elaborar cualquier tipo de jabón, es lo que se conoce
como tablas de saponificación.
Tablas de saponificación
Las Tablas de Saponificación, son tablas que recogen, como su nombre indica,
los índices de saponificación de cada tipo de grasa. En general, su aplicación
más extendida en el campo de la jabonería, es para conocer la cantidad exacta
de sosa, dependiendo del tipo de aceite que vayamos a utilizar, necesaria para
que el jabón resultante esté completamente saponificado. En química, se define
el índice de saponificación de una grasa, como el número que indica la cantidad
en miligramos de hidróxido potásico, necesaria para saponificar por completo un
gramo de esa grasa en concreto. Sin embargo, para elaborar el jabón
tradicional, el álcali más utilizado normalmente es la sosa (hidróxido sódico),
por lo que será necesario transformar el índice de saponificación de cada
grasa, en otro tipo de índice alternativo que esté expresado en peso de sosa.
Para ello, bastará con multiplicar el índice de saponificación de cada grasa
concreta por la masa molar de la sosa (hidróxido sódico) y dividir por la masa
molar del hidróxido potásico. La tabla que os mostraremos a continuación es la
más utilizada en jabonería y sus parámetros están basados en los valores medios
de los índices de saponificación reales de cada grasa, donde se han convertidos
algunos parámetros para evitar los cálculos.
Tabla básica de valores de saponificación
• 0,134g Aceite de oliva • 0,190g Aceite de coco
• 0,141g Aceite de palma • 0,134g Aceite de girasol
• 0,128g Aceite de ricino • 0,136g Aceite de almendras
• 0,133g Aceite de aguacate • 0,135g Aceite de soja
• 0,136g Aceite de maíz • 0,133g Aceite de sésamo
• 0,069g Aceite de joroba • 0,156g Aceite de palmiste
• 0,132g Aceite de germen de trigo • 0,069g Cera de abeja
• 0,137g Manteca de cacao • 0,128g Manteca de karité
Forma de Uso:
Para saber cuánta sosa se necesita para saponificar una cantidad de una
grasa concreta, sólo hay que multiplicar dicha cantidad por el valor
correspondiente que aparece en la tabla. Por ejemplo, para saponificar
totalmente 100 g de aceite de oliva (en la tabla su parámetro es de 0,134)
basta multiplicar 100 x 0,134 = 13,4 g de sosa necesitaremos. En el caso de que
vayamos a hacer un jabón con diferentes aceites, habría que buscar la cantidad
necesaria de sosa para cada tipo de aceite concreto, y luego sumarlas todas.
También por eso, en las recetas de jabón, si queremos sustituir un aceite por
otro, también habrá que ajustar la cantidad de sosa necesaria.
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